Un estudio publicado online por el 'British Journal of Sports Medicine' -llevado a cabo por investigadores del Reino Unido, Australia, Estados Unidos, Finlandia y Brasil- acaba de revelar que los que no lo consiguen podrían tener el doble de riesgo de fallecer en el periodo de una década.
Hasta ahora ya sabíamos que sostenernos sobre una sola pierna, además de una prueba de fuego para nuestro equilibrio y una demostración de fortaleza de nuestro 'core', es una estupenda manera de mejorar nuestra propiocepción o, dicho de otra manera, de 'ayudar' a nuestro cerebro a 'reconocer' en qué partes de nuestro cuerpo se está produciendo un movimiento para, de este modo, podemos ejecutarlo con la mayor eficacia posible, evitando lesiones, tanto en nuestra vida cotidiana como en la práctica deportiva.
También que, aunque parezcan una 'simpleza' (o no), el reto se las trae y exige una concentración, tanto mental como corporal, mucho mayor de lo que pudiera parecer.
Pues bien, ahora parece que, además de todo eso, la capacidad de sostenernos sobre una sola pierna durante 10 segundos, si ya hemos alcanzado una edad, llamémosla, madura o avanzada, puede resultar muy reveladora. Tanto como que un estudio publicado online por el 'British Journal of Sports Medicine' -llevado a cabo por investigadores del Reino Unido, Australia, Estados Unidos, Finlandia y Brasil- acaba de concluir que los que no lo consiguen podrían tener el doble de riesgo de fallecer de forma temprana.
Es más, los autores de esta investigación, que ha durado 12 años, incluso han sugerido que se incluya un test de equilibrio en los chequeos médicos rutinarios que se realizan a este segmento de la población, algo que, hasta el momento, no se hace y que podría dar muchas pistas sobre la incidencia, por ejemplo, de posibles caídas y otro tipo de incidentes.
A diferencia de la resistencia, la fuerza o la flexibilidad, los expertos que han elaborado este estudio han podido evidenciar que el equilibrio suele mantenerse relativamente bien hasta que llegamos a la década de los 60, momento en el que empeora con relativa rapidez.
Para llegar a estas conclusiones, se escogió a 1.702 participantes, con edades comprendidas entre los 51 y los 75 años (promedio de 61) para llevar a cabo un primer control, entre febrero de 2009 y diciembre de 2020. Alrededor de dos tercios (68 %) eran hombres.
A todos ellos, además de pesarlos, se les midió los pliegues cutáneos y también la circunferencia de la cintura. También se valoró su historia clínica para incluir solo a los que presentaban un estado de salud estable.
Como parte del chequeo, se pidió a los participantes que se pararan sobre una pierna durante 10 segundos sin ningún apoyo adicional.
Para afinar más los resultados de la prueba, también se les pidió que colocaran la parte delantera del pie libre en la parte posterior de la parte inferior de la pierna opuesta, mientras mantenían los brazos a los lados y la mirada fija al frente. Y, para lograrlo, se les dio hasta tres intentos con cualquier pie.
En total, alrededor de 1 de cada 5 no logró pasar la prueba y se pudo observar que, la incapacidad para conseguirlo, aumentaba según la edad era más avanzada; más o menos, duplicándose en intervalos posteriores de cinco años desde los 51 a los 55 años en adelante.
Por edades, los porcentajes de los que no lo consiguieron fueron: casi el 5% entre los 51 y los 55 años; el 8% entre 56-60 años; poco menos del 18 % entre 61 a 65 años; y poco menos del 37% entre 66 y 70 años.
Más de la mitad (alrededor del 54%) de las personas de 71 a 75 años no pudieron completar el reto. Dicho en otras palabras, los sujetos pertenecientes a este grupo de edad tenían 11 veces más probabilidades de no pasar la prueba que los 20 años más jóvenes (algo, la verdad, bastante previsible).
Pero todavía hay más. Durante un período de seguimiento promedio de siete años, los investigadores constaron que 123 de los participantes en el estudio, un 7%, habían fallecido por diferentes causas: cáncer (32%); enfermedad cardiovascular (30%); enfermedad respiratoria (9%); y complicaciones de COVID-19 (7%).
Lo cierto es que no hubo tendencias temporales claras en las muertes o diferencias en las causas entre los que pudieron completar la prueba y los que no pudieron hacerlo. Pero, y aquí viene la información más trascendental que brinda esta investigación, la proporción de muertes entre los que no pasaron el test de equilibrio fue significativamente mayor: un 17,5 % frente a un 4,5 %, lo que refleja una diferencia del 13%. Lo cual, dicho sea de paso, resulta inquietante y es una razón más que de peso para hacer caso a las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud y ponernos ya mismo a mejorar nuestro equilibrio con ejercicios específicos.
Fuente: Elmundo